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Elisabeth Sparkle (Demi Moore), la estrella de un programa de aeróbic, tampoco se mantiene joven para siempre. Elisabeth es despedida el día de su 50 cumpleaños a causa de su edad. Cuando vuelve a casa, con la moral por los suelos, recibe una propuesta inesperada. Un misterioso laboratorio le ofrece una "sustancia" milagrosa: si se la inyecta, se convertirá en la mejor versión de sí misma: más joven, más bella y perfecta.

Por supuesto, no se puede dejar pasar una oferta así. En su nueva forma, Elis...

Elisabeth Sparkle (Demi Moore), la estrella de un programa de aeróbic, tampoco se mantiene joven para siempre. Elisabeth es despedida el día de su 50 cumpleaños a causa de su edad. Cuando vuelve a casa, con la moral por los suelos, recibe una propuesta inesperada. Un misterioso laboratorio le ofrece una "sustancia" milagrosa: si se la inyecta, se convertirá en la mejor versión de sí misma: más joven, más bella y perfecta.

Por supuesto, no se puede dejar pasar una oferta así. En su nueva forma, Elisabeth va por la vida como Sue (Margaret Qually). El misterioso proveedor de la "sustancia" le ordena cambiar de cuerpo cada siete días, sin excepción. Esto significa que, al volver a cambiar, se enfrenta de nuevo a su cuerpo anterior. No es divertido, su inseguridad aumenta durante estos periodos. Sue se convierte en la sustituta de Elisabeth. Pronto se hace famosa. Durante los periodos en que Elisabeth está pegada a su propio cuerpo, la baja autoestima la paraliza cada vez más. Mientras es Sue, cada vez le apetece más abusar de la "sustancia" y seguir siendo Sue durante largos periodos de tiempo. El odio y la envidia empiezan a crecer entre Elisabeth y Sue; dos versiones de una misma persona. Debido al abuso de la "sustancia", el cuerpo de Sue empieza a desmoronarse entre bastidores. Elisabeth no permite que esto ocurra, con consecuencias de largo alcance.

The Substance es una película sobre el cuerpo de la mujer. Cómo son escrutados, fantaseados y criticados en los espacios públicos. Los cuerpos de las mujeres son moldeados y controlados por los deseos de quienes los miran. El mundo que nos rodea, en anuncios, películas, revistas y expositores, muestra versiones fantaseadas de nosotras mismas. Siempre bellas y siempre delgadas, jóvenes y sexys. Llegamos a creer que tenemos que ser eso para que nos aprecien. No importa lo cultas, obstinadas e independientes que seamos las mujeres.

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